Momentos compartidos

Mil rosas te daría para poder embriagarte
con su perfume y así ,
poder saciarme del embrujo de tu belleza,
causado por la inspiración de su fragancia
que se expande por todo el habitáculo y
que nos arropa en el comienzo del crepúsculo a ambos.


En la nitidez de la noche
ocupan un espacio desde el cual
son cómplices de nuestro desenfreno pasional,
desde un ángulo casi discreto de la habitación.
No dicen nada…
Y aun así dicen.
Dicen mucho, mucho
Que no puede ser dicho.


En la mañana se encuentran en el mismo entorno,
presidiendo el mismo lugar
pero en distinta posición,
dando las gracias a una noche
de entrega indescriptible
transcurrida en compañía.
Sus pétalos cubren el cuerpo del ser querido,
exhausto por tanto placer recibido,
como prueba de mi amor incondicional.


Las rosas son calladas, sumisas,
aceptan con resignación,
el momento que les toca vivir.
Abnegadas ante cualquier adversidad,
dicen casi todo, lo que la mente puede idear.
Transmiten amor o desamor,
alegría o tristeza,
ilusión o desilusión
esperanza o desesperanza...
Sus espinas causan en pocos instantes un daño irreparable,
con una fuerza tan cruel y profunda que penetra, hasta lo más hondo del alma.


Dependiendo del color y del día;
y el momento a destacar,
“Díselo con rosas”.


Coged las rosas mientras podáis / veloz el tiempo vuela. / La misma flor que hoy admiráis, / mañana estará muerta...
Walt Whitman