
A veces me quedo absorta recordando experiencias del pasado y que han tenido un protagonismo relevante a pesar de su aparente insignificancia.
Y en este caso el protagonista es un simple caramelo...
Desde niña siempre he estado rodeada de amigas, unas más afines que otras pero siempre nos reuníamos a la primera oportunidad.
Los años siguieron su paso y cada cual hizo su vida; los hijos fueron llegando y cada vez era más difícil reunirnos. Al final nuestros encuentros quedaron relegados a las fiesta de fin de año u ocasiones especiales.
Olga es una de las amigas que más quería y se quedó viviendo muy cerca de mi y de este modo nunca hemos abandonado nuestra continua y eterna amistad, pasando por todas las etapas de nuestra vida desde la niñez hasta la mayoría de edad y manteniendo nuestros hijos una relación muy cordial entre ellos en estos momentos.
Nos hemos casado con una diferencia de dos años y cada una fuimos abriendo diferentes caminos al lado de nuestros esposos en la rama comercial.
Olga mantenía abierta una tienda de menaje para el hogar y cuando yo tenia un momento libre siempre me acercaba a ayudarla en lo que me fuese posible ya que eramos muy parecidas en las relaciones publicas y me sentía como si estuviese en mi propia casa.
Y hablando un día, le aconseje que sería todo un detalle tener un pequeña bandeja de mimbre con unos caramelos al lado de caja para cuando cobrase obsquiara al cliente.
Hubo días después de eso que me fue imposible estar con ella. Cuando regresé me esperaba ansiosa para contarme algo.
-Sabes Marí ayer me acordé de ti y te necesité a mi lado en un momento un tanto emotivo que he tenido.
-¿Y qué, te ha sucedido?
-Pues tan sencillo que llego un chico en coche a buscar unas cosas que no tenia muy claro lo que quería y le dije que se acercase al coche, a consultar a la supuestamente mujer o compañera que yo había visto antes, y recibí una mirada y respuesta un tanto despectiva hacia ella. Y ya sabes como soy, no me lo pensé dos veces y salí de inmediato al coche con la bandeja de caramelos en la mano para acercarle un poco de ese afecto que yo había notado que le escaseaba.
-¿Y como reaccionó ella, era la mujer que tu esperabas?
-Pues sí era joven y muy bonita de cara y cuerpo. Nada más ver que iba llegando me sonrió bajando el cristal de la ventanilla, la invite, y me dio las gracias a la vez que me cogía un caramelo, y por supuesto no la había visto nunca.
-Aquellos ojos tenían una tristeza tan profunda, que me paso su melancolía cuando al darme la vuelta vi en la parte de atrás una silla de ruedas plegada y en ese momento comprendí lo que antes había leído en la cara de su joven e inmaduro compañero, una desgana total hacia ella... y a lo que le rodeaba, sin importarle su opinión ni lo más mínimo. Si hubieras estado me hubiese quedado un rato a su lado dialogando con ella mientras tu atendías a los demás clientes.
Aquello fue un detalle como otro cualquiera que compartimos...
Los años fueron pasando hasta que un fatídico día Olga sufrió un desgraciado accidente. Las primeras horas se temía por su vida pero una vez que se estabilizó y recuperó las constantes, estuvo trece días en la UCI saliendo del peligro y pasando a planta.
¿Y quien creéis que vino a visitar a mi amiga Olga después de pasados unos ocho años, sin volver a verla nunca más, ni saber de ella, ni quien era?
Pues sí!! Habéis acertado era aquella triste chica que en su día le había acercado un simple caramelo al coche.
Que vueltas da la vida y cuando menos te lo esperas te encuentras como yo lo he vivido, presentándose Mercedes, que ese era su nombre en la habitación del hospital a treinta y cinco kilómetros de su casa a saludar a mi amiga Olga, fundiéndose en un abrazo de lagrimas, interesándose por su salud y estado emocional.
Mercedes en ese tiempo se había separado de su marido haciendo una vida de lo más normal posible dentro de su estado y a partir de entonces se creo una relación muy buena entre nosotras tres, ya que Olga se quedó también en silla de ruedas.
Del accidente ya han pasado unos años, pero unos días atrás viendo la prensa por Internet me enteré que había fallecido Mercedes algo que aún no se lo comunique a Olga para no la preocupar. Lo que todavia no he podido saber es la causa del fallecimiento ya que aparentaba no tener más de cuarenta años.
¿Que os ha parecido la historia de un caramelo? Y hasta donde te puede llevar el recuerdo de una persona agradecida, por una caricia cuando estas ausente de ellas...
La gata coqueta