Cuando por circunstancias hay que permanecer en un hospital cuarenta y cinco meses, hay que concienciarse en la medida de lo posible en como superarlo emocionalmente. En como vivir el día a día sin saber a ciencia cierta, cuál será el último.
Internet ha sido ese amigo constante que me ha facilitado cubrir "todas" las horas, poniendo a mi alcance la posibilidad de conocer una cantidad de bellísimas personas, que seguirán estando presentes siempre en mi corazón.
Tan bien acompañada por tan buenos amig@s virtuales, llegué a olvidarme de mi propia situación, que quedó en segundo plano. El paso de los días me hizo crecer interiormente, capaz de abrirme a otras personas con sus problemas y sus alegrías.
Hoy ya es pasado, pero siempre recordaré esos años y lo que la vida me enseño como un regalo más de superación...
Y sobre todo las amistades tan entrañables que he tenido el gusto de conocer y convivir a través de la escritura o telefónicamente, con las que me siento muy unida y muy feliz de seguir manteniendo una comunicación casi diaria.
En la foto, sobre el PC, hay una caja de bombones, una postal dedicada con una pincelada de ternura, otra cajita con una tableta de chocolate especial y en el lateral un peluche que tiene una patita vendada. Lo recibí de una amiga muy, muy especial que no voy a decir su nombre, para que todo siga en la intimidad como hasta ahora.
Lo que no se queda en la intimidad, es el post que esta dedicado integro para ella, y seguro que cuando entre de visita se va a llevar una sorpresa, casi como la que me lleve yo cuando el cartero me entregó su paquete en la habitación. Aunque el peluche y la postal lleven conmigo bastantes meses nunca olvidaré un detalle tan extraordinario, entre otros muchos que me ha demostrado...
Querida amiga has sido un hallazgo extraordinario en mi camino, sin olvidarse de quien nos ha presentado...
Los amig@s de Internet, vamos dejando al descubierto la desnudez del alma sin vernos ni conocernos, a través del cariño que percibimos al otro lado de la pantalla, no siendo una ficción, sino una clara realidad que trasciende hasta lo más insospechado...

Cuando recibí el regalo la emoción era más grande que yo, tardando una semana en abrirlo para prolongar la sorpresa más tiempo, siendo una incógnita hasta para los médicos y enfermeras...
Como ya no soy tan niña (aunque aún duerme dentro), cada presente que recibo lo coloco sobre el mueble del recibidor, posando los ojos en el cada vez que paso a su lado, preguntándome ¿que puede ser...?
Regalándome a mi misma una porción de superior ilusión.
María del Carmen