La sombra del "burro" invisible

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Platero y yo...

Platero era pequeño, peludo, suave...

El platero que tuve ante mis ojos a mi paso no era un burrito de algodón, sino un burro que tenía las orejas medio peladas, caídas hacía el suelo, por la necesidad apremiante de un poco de pasto...

Las moscas hacían de él un dolido melancólico, que para más inri terminaba de hacer un servicio de locomoción. Sobre su gruta había traído a una joven muchacha de muy lejos, sin apenas tener fuerzas para tenerse el mismo sobre sus propias ancas...

Lo tenían sujeto por el ramal (cuerda, amarrada al cuello) un chiquillo de no más de doce años con pantalones cortos; ropa sacada del baúl de los trapos ultrajados por el sol.

Estampa tan poética sucedía a primeras horas de la noche en una de las calles más concurridas.

Al concluir el paseo me quedé sorprendida... No estaba ya el hambriento Platero, pero sí habían quedado en el suelo donde el había estado antes sujeto por el chico, dos billetes de cinco mil pesetas plegados muy pequeñitos...

Era compresible pero no aceptable...

Cada cual escribe su vida con letras de diferentes colores, pero yo no soy la indicada para opinar ni juzgar, hay un Ser Supremo que acepta y respeta todas las situaciones ya que no siempre no hay la posibilidad de una mano protectora que indique que se debe hacer con la propia vida. Caminar sobre un manto de pétalos, o sobre arenas movedizas y la mitad de las veces contaminadas...

Recoger el dinero encontrado en el suelo sin ser tuyo después de mover los sentimientos con lo que antes había visto, no era un acto nada noble, ni notable...

Fue más loable entregarlo al padre Antonio, de la parroquia que tengo al lado de casa, un ser adorable, para que lo diera a la persona o personas que él creyera conveniente para tapar alguna de las tantas necesidad que existian y existen...

La vil moneda en pocas horas había viajado de mano en mano. Primero salió de un bolsillo que por unos minutos de placer, se lo entregó a una joven que las necesidades descritas no dejaban lugar a duda, y para colmo de sus males perdió el dinero recién adquirido al volver a subirse al “borrico” para irse, que si se tenia en pie ya era todo un logro.

Os imagináis la escena, parecía que estaban sacados de una película de suspense cubiertos por la bruma de la oscuridad...
Los dos jovenzuelos más el animal estabán envueltos por la misma situación...El hambre

Sin príncipe ni princesa solamente un asno y un niño que traía a su joven hermana a ganarse un dinero “fácil”, a un burdel, no se sabe de donde podían proceder, ni la distancia que habían recorrido, pero lo que estaba claro es que ver aquel cuadro erizaba la piel...

Patética al máximo, pero la situación no era para menos, porque la edad del niño, y de la su hermana en particular estaba encubierta bajo las pinturas chabacanas perfiladas en la vanidad de las sombras intrusas de una noche de otoño, sin espejo en mano para salir de casa lo más desapercibida posible...

Cuando pienso en ello me duele, ver lo crudo que resulta no valorar los sentimentos... Caerá la noche y la incertidumbre será la dueña de un adulto corazón que seguro en algún momento de su larga vida se sentirá triste y desangelado...
María del Carmen