
Hoy recuerdo algo que me ha sucedido hace algún tiempo y pienso una vez más cómo somos y cómo no se sabe el resultado de nuestras acciones hasta el final…
Un día mi pareja me pide ir a recogerlo al taller de reparaciones a las ocho de la mañana del día siguiente. Sabía que tenía que salir de casa sobre las seis y media puesto que me llevaría el trayecto por una carretera comarcal una hora.
Arranco el coche, pongo la música como casi siempre y me encamino a mi destino. Después de quince minutos en carretera, me doy cuenta de que viene detrás de mí un coche pegándose demasiado por momentos, ocupado por dos hombres que me daban la sensación de no a ver ido a casa a dormir aún, siendo lunes de madrugada. Se acercan más y me piden paso con las luces y usando el claxon a tope vamos de cachondeo puesto que pasaban bien, me echo aun más a mi derecha por la estrechez y pongo la intermitencia dando paso, me adelantan y me quedé en la gloria, sin nadie delante ni atrás para seguir a mi marcha.
Ya había pasado media hora desde que me había adelantado el coche más o menos y no lo había vuelto a divisar. Pero nada más salir de una curva y visualizar una recta… ¿A que no sabéis lo que veo al final casi de ella?… Allí estaba el coche que me había adelantado atravesado en lo ancho de la calzada esperándome.
Me encuentro a las siete de la madrugada sin clarear aún, un día de invierno, veintidós años de edad sola y en un sitio desierto que no pasaba un alma por ser temprano… ¿Qué me podía esperar?
Y una vez más a tomar decisiones de inmediato según el caracter de casa cual… El coche que conducía era un Mercedes de gasolina automático y en el momento que me percato de lo que podían estar planeando aquellos dos individuos, piso el acelerador a fondo sin pensarmelo dos veces…
No estaba muy segura de lo que iba suceder, pero el resultado ya se sabría. Cuando ellos vieron lo embalada que venía, que no estaba asustada y que iba a por todas… Ya se lo debieron de pensar de otro modo. Faltaban muy pocos metros para colisionar...
Pero en ese justo momento dieron un giro de 90º a velocidad de vértigo y se esfumaron ante el peligro que vieron que se les acercaba, y me sentí como si no los hubiese visto ni existido en mi camino aquel amanecer que pudo ser tan nefasto para mi. Sólo me quedaba reducir a la velocidad adecuada para seguir dominando el coche cuando entrase en la próxima curva.
Un día mi pareja me pide ir a recogerlo al taller de reparaciones a las ocho de la mañana del día siguiente. Sabía que tenía que salir de casa sobre las seis y media puesto que me llevaría el trayecto por una carretera comarcal una hora.
Arranco el coche, pongo la música como casi siempre y me encamino a mi destino. Después de quince minutos en carretera, me doy cuenta de que viene detrás de mí un coche pegándose demasiado por momentos, ocupado por dos hombres que me daban la sensación de no a ver ido a casa a dormir aún, siendo lunes de madrugada. Se acercan más y me piden paso con las luces y usando el claxon a tope vamos de cachondeo puesto que pasaban bien, me echo aun más a mi derecha por la estrechez y pongo la intermitencia dando paso, me adelantan y me quedé en la gloria, sin nadie delante ni atrás para seguir a mi marcha.
Ya había pasado media hora desde que me había adelantado el coche más o menos y no lo había vuelto a divisar. Pero nada más salir de una curva y visualizar una recta… ¿A que no sabéis lo que veo al final casi de ella?… Allí estaba el coche que me había adelantado atravesado en lo ancho de la calzada esperándome.
Me encuentro a las siete de la madrugada sin clarear aún, un día de invierno, veintidós años de edad sola y en un sitio desierto que no pasaba un alma por ser temprano… ¿Qué me podía esperar?
Y una vez más a tomar decisiones de inmediato según el caracter de casa cual… El coche que conducía era un Mercedes de gasolina automático y en el momento que me percato de lo que podían estar planeando aquellos dos individuos, piso el acelerador a fondo sin pensarmelo dos veces…
No estaba muy segura de lo que iba suceder, pero el resultado ya se sabría. Cuando ellos vieron lo embalada que venía, que no estaba asustada y que iba a por todas… Ya se lo debieron de pensar de otro modo. Faltaban muy pocos metros para colisionar...
Pero en ese justo momento dieron un giro de 90º a velocidad de vértigo y se esfumaron ante el peligro que vieron que se les acercaba, y me sentí como si no los hubiese visto ni existido en mi camino aquel amanecer que pudo ser tan nefasto para mi. Sólo me quedaba reducir a la velocidad adecuada para seguir dominando el coche cuando entrase en la próxima curva.
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¿Como habrías reaccionado vosotr@s en la misma situción?
La gata coqueta