Mentes dispares

En ocasiones aún sin pretenderlo se puede sembrar las dudas en la mente de los niños y hacerlos muy desgraciados.

Así hacía la madre de Claudia con ella. No importaban la causa, cuando le quería castigar verbalmente y por el motivo más insignificante que fuese... Y surgiendo el enfado fuese por lo que fuese la madre le decía a su hija, para llenar su cabeza de dudas, que la había encontrado perdida en la calle y que no era su hija ni de su padre...
Dejando una huella psicológica bastante fuerte y difícil de comprender.

- No ves que no te pareces en nada a nosotros, eres completamente diferente...

Eso era lo primero que le decía a la pobre criatura, creando en ella un creciente desosiego donde los sentimientos se le resentían continuamente...

Un día pasaba, dos también, pero a través del tiempo sus palabras dejaban surcos en el alma de Claudia.

No era una mala madre, a veces se sobrepasaba en demasía con sus ataques de cariño, pero cuando se enfadaba, era igual que una tormenta de verano... Sin termino medio; tenia que descargar con las palabras más hirientes...

Claudia llegaba a mi casa en busca de unas palabras de consuelo que le quitasen de la cabeza lo que terminaba de escuchar y yo la distraía como podía o se me ocurría: jugábamos al escondite o a disfrazarse, que le encantaba. Así evitaba la tristeza y a veces el llanto que le ocasionaba las cosas que su madre le decía. Cuando ya pasaba un rato se olvidaba y volvía para casa más tranquila.

Mis padres no podían entender aquel comportamiento tan negativo, ya que era hija única. Mi madre había ido a visitar a la suya cuando nació, un año después que yo.

Pasaron los años y aquellos comportamientos los fue cambiando por otros asimilares o peores, pero Claudia ya era adolescente y comprendía los desaires que su madre tenia por constumbre hacerle, y lo que sentía más bien, era lástima.

En nuestra casa lo pasábamos fatal al darnos cuanta del daño que se le estaba causando a una niña que no tenia la culpa de los cambios emocionales de su madre, por momentos bastante alterada sin causa justificada. Incluso fueron en aumento...

Una de las últimas veces que nos hemos visto Claudia y yo estuvimos tomando un café, y no se como fue sacado el tema, algo que estaba ahí como un desagradable recuerdo de la niñez, aunque ahora se reía, pero me comentaba que se lo había dicho a sus hijos, para que tomasen nota y nunca se volviera a repetir la misma torpeza con sus nietos cuando los tuviese...

La gata coqueta