Si la lluvia fuesen petalos...

Una tarde cualquiera grisácea la lluvia me moja los zapatos hasta que mis pies casi están en contacto con el agua, como si estuviesen descalzos. El frío me traspasa todo el cuerpo, y no sé cuáles van a ser los pasos que voy a seguir cuando se acerque el tren que me aleje de aquí. Cuando llegué creía que los días eran radiantes y llenos de felicidad.

Tengo por compañía un bolso rojo, y un paraguas negro inservible, por la fuerza del viento casi huracanado y la tromba de agua que cae.

Miro al suelo y pienso: “estoy sola y abandonada en este lugar tan inhóspito, cargada de una tristeza irremediable.”

Hace relativamente poco llegué a esta estación con muchas ilusiones y entonces para mis ojos todo era belleza y alegría pensando que la vida me ofrecería todo lo que quería encontrar sin pagar ningun precio por ello.

Y al principio si era todo hermoso, los paseos a la luz de la luna, el murmullo de las olas al lado del mar, el olor a ocre, ver amanecer un majestuoso día, escuchar el arrullo de cortejo de las palomas… Desde que había conocido a Jaime, estaba enamorada en toda la extensión de la palabra y no había nada que me hiciese ver la vida con desanimo, ni hacerme sentir decepcionada ante nada ni nadie.

Pero según transcurrió el tiempo empecé a notar algo malo que flotaba en el aire sin entender que estaba pasando ni a que era debido…

El hermano de Jaime, con diferente carácter y modo de ser, me agobiaba con su presencia; era como una nube cuando se avecina tormenta intentando aturdirme, dando vueltas a mi alrededor, aunque yo no le ponía ni la mínima atención. Esperaba que mi indiferencia lo cansara y abandonara el intento de persuasión…

Pero su conducta cada vez se fue haciendo más incomprensible hasta conseguir que la balanza se inclinase hacía su lado, malmetiendo entre su hermano y yo, creando un desazón y adversidad inaguantable.

Hasta que llego un día que Jaime me dijo que teníamos que hablar más seriamente… Le interesaba saber de mi pasado y antiguas relaciones…

Hablamos durante mucho rato y le expliqué que no había tenido relaciones anteriormente, él era la primera persona en mi vida de la que me estaba enamorando con toda mi alma, con la fuerza que se crece con la inocencia…

Entonces me dijo que Alberto le ha dicho que yo había estado viviendo durante años con otro hombre. Jaime creía que le había mentido y ya no tenía confianza en mí.

Por más que intenté hacerle ver que era un mal entendido, no me escuchó. Tampoco yo era capaz de entender esa mala fe de su hermano hacía mí. Jaime no entraba en razones… Ni llegó a entrar en los días siguientes.

Ese es el motivo por el que espero que llegue el tren. Para alejarme de aquí con el corazón derrotado y partido. Mis lágrimas se mezclan con la lluvia y siento lástima de mi misma y de mi suerte, que dio un cambio tan brusco en tan corto espacio de tiempo por algo incomprensible.

Ya siento el pitido del tren avisando de su llegada, me quiero alejar e intentar olvidar empezando de nuevo cuando se curen las heridas abiertas…

Cuando estoy en el primer peldaño siento unas manos que me sujetan los brazos impidiéndome dar el siguiente paso, vuelvo la cabeza y allí esta él… Quiero irme: ya no más palabras desafortunadas ya que siempre está entre él y yo una mentira creando inseguridad y desconfianza.

Me atrae hacía él y empiezo a sentir el calor de sus labios al besarme con una pasión o rabia que no llego a entender, me pide que no me vaya, que por favor lo escuche un momento tan sólo…



Los sentimientos brotan ahogándome sin poder ocultar la agitación que me invade… ¿Es posible que se hagan realidad de nuevo los sueños?… Luciérnagas que aletean a mi alrededor sonriéndome y haciéndome guiños de complicidad…

Y la magia se hace realidad amando y siendo amada, según pasan los días los meses y los años…

Ya pasó tiempo, pero hasta hace unos días, en la celebración del sexto aniversario de nuestra unión, no me ha confesado lo que había sucedido entre ellos dos.

Alberto al saber que ya nos había separado se sentía feliz, jactándose de lo que había conseguido. Me quería sólo para él y al no ser posible, se vengó metiendo cizaña entre los dos, inventando una mentira medio creíble para conseguir su propósito; sembrar desconfianza entre nosotros hasta llegar la ruptura total.

Pero no se deben celebrar los éxitos, en exceso y regados con abundante alcohol antes de tiempo…

Que por la boca se muere el pez… Para mi suerte.

La gata coqueta