Lola la gaviota inteligente...

Estoy prendada de tu belleza
de la que la naturaleza te ha dotado
desde el mismo día que has visto la luz
me regala tu imagen sueños inalcanzables
cuando surcas los cielos reflejándote en el mar
inspirando paz la blancura de tu plumaje.

La elegancia de tus movimientos
me apresan e hinotizan
y no puedo apartar la mirada de ti.

Siempre estás sola
posada en la misma cornisa
muy de madrugada,
esperando la llegada de ese buen amigo.

Desde la altura
miras hacia los lados inquieta
intentando llamar la atención
para que Juan se de cuenta
que estás esperando el desayuno.

Al contemplarte tan de cerca sumisa,
comunicas el afecto hacia lo fácil conseguido…

Tengo por costumbre ir tres veces a la pescadería durante la semana, antes de las 9 de la mañana.

A esas horas pocas personas van de compras a la plaza de abastos, pero a mí me apasiona. Siempre me fijo y disfruto de las pequeñas cosas, esas que a veces no tienen importancia para los demás…

Allí, en los tejados, por el día vive Lola. Una gaviota enorme que utiliza sus graznidos para hacerse notar. La primera vez que la vi, Juan me dijo que la había bautizado Lola y que desde el primer pescado que le dió, la tenía allí perenne día tras día.

Tiene sus horarios. Le da el desayuno y ella se va y no vuelve hasta el medio día a la hora de comer. Juan le da restos de la limpieza del pescado, sardinas o lo que cuadre. Se posa en el suelo a darse el gran convite a la puerta de la pescadería, justo en el centro de la ciudad.

Si Brad Pitt viene a visitar la Villa, más fácil es para Lola acercarse desde el puerto hasta su restaurante – pescadería, como buen comensal a saludar a Juan y a todos nosotros sus clientes.

Cuando pasó cerca de sus dominios, lo primero que hago es mirar hacía la cumbre de la plaza, para saber si Ella ya ha llegado como fiel compañera diaria esperando su turno , sólo que a veces le hacen esperar un rato para disfrutar de su presencia y saber hasta dónde llega su obligada fidelidad.

Es una simple ave y ya ha resuelto donde proveerse de comida suculenta, es más fácil que ir al puerto a pescar. De este modo sólo se va de juegos, picoteando, revoloteando y conviviendo con sus compañeras en buena camaderería fuera de hora para salvaguardar su comedor particular.

La gata coqueta